viernes, 25 de mayo de 2012

Madrid: Urbanismo en la ciudad cortesana de los siglos XVII y XVIII

Madrid en 1656 por Pedro Texeira



Madrid, capital española con más de 3.000.000 habitantes en su municipio, es hoy en día nuestra ciudad más habitada y extensa. Sin embargo no siempre fue así. Aquí se hace un breve repaso de las claves que supusieron el crecimiento de la villa medieval enfocando el estudio en los sucesos urbanísticos.






Precedentes

Durante toda la Edad Media, Madrid es una pequeña villa, cuyo urbanismo tiene como principal control burocrático la Partida III de Alfonso X, las iniciativas de construcción son particulares y vigiladas por el Concejo, el cual se encarga de hacer cumplir las leyes de la Partida, así como de seguir el desarrollo de la obra y resolver los incidentes que se pudieran ocasionar. Así pues la configuración a mitad del siglo XVI es un Madrid extendido en el eje Este de la calle Mayor, poblado con casas de planta baja o pocas alturas organizadas al libre albedrío de los habitantes, sin invadir parcelario público. En su mayoría serían casas unifamiliares distribuidas en torno a los focos activos de la ciudad, la plaza del Arrabal, la plaza de la Villa y su nexo, la calle Mayor. Los conventos quedan más alejados de la vida pública, en las zonas Norte y Sur. La ciudad aún sigue retenida por la cerca del Arrabal pero ya se ven los que serán los "radios" de expansión de la ciudad de los siglos XVII y XVIII, que corresponden a las vías que atraviesan las puertas de las murallas, es decir, las construcciones se emplazarán entorno a los caminos existentes.


En 1561 Felipe II traslada la corte de Toledo a Madrid, se instalan en el Alcázar recién remodelado al Oeste de la ciudad. La llegada del rey provoca un gran crecimiento y conforma a Madrid como la ciudad cortesana, con las consecuencias que estudiaremos posteriormente.


Madrid entra en el siglo XVII con un crecimiento descontrolado en extensión de terreno, con dos zonas muy diferenciadas: La zona antigua, donde se realizan la mayoría las actividades palaciegas y mercantiles, con una formación compacta, densificada y construida en altura con edificaciones de 2 y 3 plantas y la zona nueva, que se expande tomando como calles principales las salidas de la ciudad antigua y sus caminos, también se crean plazas en cada puerta de las murallas desmanteladas, las cuales habían perdido su función defensiva, los edificios son principalmente de una sola planta y con grandes espacios en el interior de las manzanas, lo que explica la gran extensión que abarcaron en tan poco tiempo, su organización se ve controlada por un programa conjunto del rey y el Concejo, en el que con previsión del asiento de Felipe II en la ciudad, se derriban las murallas, se ensanchan las calles principales y se transforma la plaza Mayor.



De villa a capital. Expansión y casas "a la malicia"

Al traspasar la corte a Madrid se hizo clara una falta sustancial de viviendas para cobijar a todos los funcionarios, cortesanos y nobles que atrajo consigo. Uno de los incentivos que tuvo el rey para instalarse en la villa fue la Carga de Aposento, por la cual todas aquellas casas que se pudieran partimentar debían ceder la mitad de la vivienda con el fin de asentarse algún servidor de la corte, las casas que fueran de difícil partimentación (casas a la malicia) se verían exentas de habilitarse para un huésped, pero son obligadas a pagar entre un tercio y la mitad del alquiler estimado que obtenía la casa, este cálculo, muy difícil de realizar, será el impulsor de los primeros planos catastrales parcelarios de Madrid, como es el que encargó el rey Felipe IV a Pedro Texeira, terminado en 1656, que podemos observar en la portada, en el cual aparecen todas las casas de Madrid con su forma y altura real, mediante este parcelario y la zonificación de la ciudad según los barrios y el precio del suelo, se realizaba el cálculo. También había casas que se veían exentas del impuesto previo pago de una cantidad directa al rey. 


Esta carga fue la causante de que Madrid creciera tan rápidamente en horizontal, pues la población decidió construir sus casas a la malicia y a las afueras, para no tener que hospedar a un funcionario y pagar lo menos posible de impuesto. Como observamos en el esquema inferior, la zona de mayor nivel y precio de suelo se trata de la Plaza Mayor, la cual es el centro activo de la ciudad, abarca el mercado, actividades festivas, actos de fe, administraciones, etc.

Nos topamos con que la población de Madrid se ha visto aumentada en una gran proporción por los funcionarios y cortesanos, los cuales siguen creciendo en número acogiendo a villanos y gentes empobrecidas que pasan a servir a la corte. Este crecimiento de población dedicada al servicio genera unos itinerarios diarios desde los barrios de residencia a los palacios donde sirven y los lugares administrativos, los cuales son los núcleos de actividad en éstas épocas.

Una de las características de aquellas edificaciones, de la cual habla el historiador Julián Gállego, es la rápida construcción de los palacios del centro de la villa, así como la mala calidad de los materiales empleados y el uso de diversos estilos europeos, lo que según él le daba al centro de Madrid un aspecto teatral, en el cual las plazas, símbolos de poder real, eran los escenarios donde se realizaba la vida cotidiana, y teniendo en cuenta la cantidad de plazas y la caracterización de la mayoría de la población, la cual se adentraba en esa escena lujosa como sirviente no deja de recordarme a ciertas literaturas y con ello a que nos hallamos en los Siglos de Oro.



Crecimiento radial, topografía


Por su proximidad al río Manzanares Madrid siempre ha tenido una barrera natural como son los terraplenes de ribera al oeste. Es por ello que la extensión hasta este período se haya realizado hacia el este primero y posteriormente hacia el sur y el norte.


 Una de las actuaciones que llevó a Felipe II a asentarse en la ciudad fue la remodelación del Alcázar Musulmán, transformado en Alcázar real, situado en la parte occidental y con una gran zona verde palaciega al otro lado del río (La Casa de Campo). Esto supone una barrera añadida a la propia barrera natural, pues las construcciones reales y sus propiedades permanecen casi inmutables hasta hoy en día. Por otro lado está la construcción del Palacio del Buen Retiro, construido en 1630 y situado en la frontera este de la ciudad. Así pues tenemos dos fronteras de parcelas de la realeza situadas a ambos lados de la ciudad, lo que hará que ésta crezca de 1630 hasta aproximadamente 1750 en el eje norte-sur.

Como ya hemos dicho anteriormente el primer crecimiento de la ciudad, en la época medieval, se dió hacia el este a lo largo de la calle Mayor, la cual es la articuladora del crecimiento posterior, de ella nacen hacia el Norte las actuales calles de San Bernardo, Hortaleza y Fuencarral, y hacia el Sur las calles Toledo, Atocha y San Jerónimo. Todas ellas antiguos caminos ya existentes en época medieval que solían tener por nombre la ciudad a la que llegaban, al igual que la puerta de la muralla que atravesaban.

Conforme se iban demoliendo las murallas quedaban huecos en la parte exterior de las puertas, los cuales pasan a ser plazas llamadas igual que las puertas, y las calles preexistentes son las generadoras de los nuevos barrios, los cuales se organizan de forma bastante regular a pesar de la organicidad de los caminos. 



Crecimiento en altura

En 1625 el rey Fernando IV construye una cerca al igual que hizo su abuelo en 1561, la cual se había visto inútil ya en 1590. Desde el reinado de Fernando II la población había aumentado un 200% hasta la cifra de 130.000 habitantes. Estas cercas son en realidad murallas a las que se les ha quitado el carácter defensivo, sirven principalmente para aislar la ciudad al exterior y poder controlar así la entrada de bienes a la ciudad, así como para frenar el desmesurado crecimiento horizontal que se había venido produciendo desde la llegada de las cortes. La ciudad no se volverá a expandir en horizontal hasta el siglo XIX con el ensanche, momento en el que se derribará la cerca. Es una vez construida la barrera y con los posteriores monarcas cuando se inicie una mayor labor de rehabilitación urbanística del centro, pues se había atendido al exterior y a las últimas construcciones sin apenas tener en cuenta lo que sucedía en la parte antigua de la ciudad.

Madrid en 1769 por Antonio Espinosa

El Concejo se había visto absorbido en su mayoría por la corte dedicada a los asuntos de la ciudad, de manera que cualquier proyecto requería normalmente de una supervisión conjunta, siendo en primera instancia de mayor peso la voluntad del monarca. Se crea en 1590 la Junta de Policía por real cédula, cuyo objetivo será tratar del "ornato, edificios, policía y probeymientos de mantenimientos de la Corte y Villa", será también responsable de controlar toda la edificación y la relación urbanística para poder recaudar los impuestos y cargas sobre las viviendas. En 1782 se constituiría una institución similar, la Superintendencia de Policía de Madrid, tomando como ejemplo a París (de la cual luego hablaremos), con el fin de regular todas las construcciones y burocracias necesarias, pero acabaría suprimiéndose 10 años después.

Una vez creada la cerca de Felipe IV la ciudad empezó a crecer en altura, siendo favorecidas estas construcciones en ciertos lugares con exención de impuestos. De la ampliación de las edificaciones anteriormente descritas, las cuales componían la manzana con una planta baja y un espacio central a modo de patio, surgen las corralas. Al ampliar estas plantas bajas se genera la corrala típica madrileña, edificios de no más de 30 metros de altura con fachada entorno a un patio público donde se realiza gran parte de la vida cotidiana.

Con Felipe V, Felipe VI Carlos III se generarían los paseos periurbanos tras la cerca de Felipe IV, éstos son los de La Florida, San Vicente, Areneros y el más importante el Paseo del Prado. Debido al incendio del Alcázar en 1734 la residencia real había pasado a ser el Palacio del Buen Retiro, por ello el Paseo del Prado, colindante al palacio, tuvo una gran importancia y se genero una zona noble y adinerada en esta parte de la ciudad.



Consecuencias

En este plano del año 1837 vemos la tendencia de expansión una vez derribada la cerca de Felipe IV, como hemos comentado antes hay dos grandes límites en los frentes este y oeste, los cuales van a seguir conformando la ciudad. Cabe destacar que tras la Guerra de la Independencia el Palacio del Buen Retiro hubo de ser demolido casi en su mayoría y los jardines pasaron a ser de disfrute público, es por ello que podemos observar una ampliación del parque.

Anteproyecto de ensanche, Carlos Mª de Castro 1861

En la zona sur de la ciudad apenas habían llegado los paseos periurbanos, era una zona menos dignificada y este no fue el proyecto final para esa parte de la ciudad. Por la parte norte se prolongó el ya construido Paseo del Prado reafirmándose a su alrededor una zona de mayor poder adquisitivo. Será este paseo el organizador del Madrid inmediatamente posterior, que adquiere la forma de ensanche clásico con manzanas cuadradas y una retícula de vías ortogonales.